jueves, 7 de julio de 2011

Al inolvidable Padre Jorge Bravo, S. J.

Por Leonor Asilis

Hay personas que en nuestras vidas nos marcan para siempre.
En mi caso y en el de muchos que tuvimos la bendición de conocerle, el Padre Jorge Bravo ha sido una de estas.
Se nos fue, pero ha quedado con nosotros. Sus recuerdos, enseñanzas y sobretodo su ejemplo.
Son muchas las cualidades que adornaban a este Santo Sacerdote pero entre ellas la que mas brillaba a mis ojos, era su gran humildad.
Era sumamente sabio, austero y prudente conjugado con la particularidad de irradiar chispas de humor.
Proveniente del Ecuador y de la familia jesuita, conoció a la Renovación Carismática y sirvió en este movimiento desde hace mas de de dos décadas. En Ecuador colaborando con grupos de oración y luego cuando llego a nuestro país como asesor espiritual de la Casa de la Anunciación de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo y de la Revista Católica Rayo de Luz.
Sus homilías tan profundas y espirituales invitaban a la conversión y a anhelar volver al próximo día al encuentro con el Señor en la eucaristía, y es que, tenia el don de lagrimas que conmovía a quienes participábamos de la Eucaristía que celebraba cuando en medio de la Consagración y/o partes de la liturgia se emocionaba tanto que le interrumpía un profundo silencio cargado de un derramamiento de lagrimas evidenciando su profundo amor hacia Jesús Sacramentado.
También tenía el don de sanación interior, el cual puso a disposición de todos, tanto en asambleas abiertas (oración comunitaria) como a nivel particular sobretodo con el sacramento de la reconciliación.
En medio de grandes sufrimientos a causa de algunas enfermedades mostró una grandeza de espíritu poco común, manifestada por la ausencia de queja y tratando ocultar a los demás su sufrimientos, y es que conocía verdaderamente el sentido redentor de la cruz.
Hombre de profunda oración, supo interceder en vida por nosotros lo que ahora en su nuevo estado entendemos seguirá haciendo con mayor eficacia.
Fui su Copiloto (así me decía jocosamente, piropo que le reciprocicaba llamándole P. Jorge Agustín por la admiración y veneración que compartíamos hacia ese gran Santo)por un tiempo cuando me ofrecí a conducirle en algunas ocasiones hacia la Casa Manresa Loyola, trayecto que evoque entre lagrimas al trasladarme a su ultimo viaje a la misa de cuerpo presente y entierro en dicho lugar en compañía de sus compañeros jesuitas), eucaristía presidida por su Provincial, Padre Ignacio Zaglul S.J. quien narro bellas experiencias que describían su gran corazón y sabiduría.
Les comparto: A raíz del Huracán David, le comento al Padre Zaglul sobre las matas de coco caídas: “fijate, solo se han caído las altas y orgullosas”…, queriendo indicar que el trayecto seguro de nuestra salvación, es mantenernos humildes y pequeños ante la misericordia del Padre.

Nunca te olvidaremos, querido Padre!

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