jueves, 7 de julio de 2011

La dulzura del Señor

La dulzura del Señor

Leonor M. Asilis


Hoy leemos el salmo 90 que termina con una exaltacion de la dulzura del Senor.

Dulzura que debemos irradiar hacia quienes nos rodean.Y es que la dulzura es la flor de la caridad. En efecto, el que es dulce no ofende a nadie, soporta a los que los tratan mal, y no devuelve mal por mal.
Obviamente solo esto se puede si tenemos amor. El amor de Dios.
Nadie puede dar lo que no tiene. Y nadie puede tener lo que no recibe.
Es decir, que solo cuando nos percatamos de su gran Amor somos capaces de amar como El nos ama. Lo que pasa es que muchas veces nos hacemos ciegos e insensibles y nos dejamos arrastrar por la maldad, el odio y el desamor.
Es cuestion de conectarnos con El (Jesucristo, maestro del amor) y ejercitar la caridad a la maxima potencia.
Un gran alumno de esta gran virtud de la dulzura fue San Francisco de Sales, Obispo de Ginebra. De hecho, asi le llaman, el Santo de la dulzura pues tenia su puerta siempre abierta a quienes querian conversar con el. A los pecadores tambien, con mayor dulzura. Tanto mas que sus amigos se escandalizaban con su actitud.Pero el les decia:”Vale mas tener que dar cuenta de demasiada dulzura que de demasiado rigor. Acaso, Dios no es amor?”
Exhortaba: “No pierdan ninguna ocasión, por pequena que sea, de ejercitar la caridad para con todos”. “Hay que considerar al projimo en Dios”…despues de pedir el amor de Dios hay que pedir siempre el del projimo, particularmente para con aquellos a quienes no sentimos ninguna inclinacion”.

Ahora bien, el consejo a mis ojos mas sorprendente de este Santo para conservar la tranquilidad del corazon es el siguiente: “El gran bien , nuestra felicidad en la perfeccion, seria no tener ningun deseo de ser amado por las criaturas. Que nos debe importar si nos aman o no? Si alguna vez nos parece que alguien no nos ama, debemos seguir adelante en nuestro caminø, sin detenernos a considerarlo. Debemos amar al projimo, a cada uno en su orden, según el deseo de nuestro Senor, haciendo todo lo posible para contentarle y hacerle el bien, porque ese es el deseo de nuestro Senor. Si Dios quiere que tengamos el amor de sus corazones, ese es un gran consuelo y bendicion de Dios; y si no agrada a su bondad, debemos contentarnos con el amor del corazon de Nuestro Senor, y eso nos basta”.

Esto nos recuerda aquella frase de Jesus registrada en el Evangelio: “Hay mas alegria en dar que en recibir”.

Concluimos esta reflexion sobre esta noble virtud con la comparacion que hace este Santo y Doctor cuando decia que se atraen mas moscas con una cucharada de miel que con cien barriles de vinagre, y que, si el espiritu humano se rebela contra el rigor,por la suavidad se pliega a todo. “

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