jueves, 7 de julio de 2011

Carrozas para Maria

Por Leonor Asilis

La alegría de que Maria nos acompaña en nuestro peregrinar, marcara la ruta en el Malecón de Santo Domingo.
La campaña de oración organizada por el Arzobispado de Santo Domingo por la aceptación mutua, y contra la delincuencia culmina esta tarde con la Caminata Mariana 2006, que con el lema: “La Madre nos reúne como hermanos” a partir de las 3:30 p.m., partiendo desde la Ave. George Washington frente al Banco Agrícola hasta la Iglesia Catedral donde se celebrara la Eucaristía.
Carrozas con las distintas advocaciones marianas en un encuentro que año tras año nos convoca e invita a vivir una experiencia espiritual marcada por la paz y confianza que nos da la Madre.
El recorrido se hará entre oraciones y canciones, e ira aumentando de compañía a medida que vaya avanzando la caminata.
Esta bella actividad procura manifestar la fe de este pueblo dominicano en la intercesión de Maria Santísima quien bajo dos advocaciones, Las Mercedes y La Altagracia guarda bajo su manto a esta nación.
Recordamos como en años anteriores, innumerables fieles con promesas, pedidos y agradecimientos caminaban precedidos por la imagen de María. Personas de todas las edades y posición social: hombres, mujeres con bebés, niños, jóvenes y ancianos, marchando felices públicamente manifestando su devoción.
No es para menos!
Observando la historia de la Salvación, vemos la importancia tan grande que tiene la intercesión de María Santísima en bien de la Humanidad. Solo con haber sido la escogida por Dios para ser la madre de su Hijo y el hecho de haber aceptado su voluntad permitió que nuestro Señor Jesús viniera al mundo y nos redimiera.
A través de su intercesión, Jesús hizo su primer milagro en las Bodas de Cana.
Pocas palabras suyas nos ha dejado el Evangelio, sin embargo las suficientes para dejarnos entender su gran mensaje. Recordemos estas que hicieron que se produjese el milagro de estas bodas: Hagan lo que El les diga”.
Precisamente, sus palabras puntualizan la dirección correcta para no dejarnos confundir en un mundo donde convergen tantos antivalores que amenazan con arrastrarnos y llevarnos a olvidar lo esencial, lo bueno y lo eterno.
Observemos los frutos obtenidos de aquellos mozos que se llevaron de nuestra gran intercesora María e hicieron lo que Jesús les decía antes de producir el milagro del vino, fue sencillamente una gran alegría.

A nosotros nos basta creer, esperar y amar, y el milagro se realiza siempre.

Por tanto, consagrarnos a Ella y pedir su intercesión es gran Sabiduría.
Es llamada la omnipotencia suplicante. Ella nos acerca y aproxima a Jesucristo.
Nos enseña con su ejemplo de vida y su silencio.
El no querer figurar sino ser, estar, amar, interceder, servir siempre.
Su vida de oración, que se perpetúa desde el cielo sirviéndonos de Abogada ante Dios.
Invitémosla a caminar con nosotros, y digamos con la canción:
“Ven con nosotros a caminar,
Santa Maria, VEN!”
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