miércoles, 6 de julio de 2011

El ejemplo de María




Por Leonor Asilis E.

Hoy más que nunca se hace urgente que imitemos a la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra. Ella, quien estuvo en medio de grandes pruebas supo sobrepasarlas gracias a la fe.
Meditemos de nuevo un poco sobre este tema: creer. Creer es sencillamente confiar, caminar en la presencia de Dios. Es un entregarse a su voluntad.

Volvamos a María. Pocas palabras suyas nos ha dejado el Evangelio, sin embargo las suficientes para dejarnos entender su gran mensaje. Las primeras, en la Anunciación cuando el Angel le plantea el plan de Dios en su vida para saber su respuesta. Respuesta que da con gran firmeza esta jovencita de gran oración y unión con Dios: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”. Las otras palabras se encuentran en el hecho del primer milagro de Jesús, en las Bodas de Cana acontecido gracias a la intervención del corazón bondadoso y detallista de María, cuando indicando a Jesús, les decía a los que servían el vino: “Hagan lo que El les diga”.

Precisamente, sus palabras puntualizan la dirección correcta para no dejarnos confundir en un mundo donde convergen tantos antivalores que amenazan con arrastrarnos y llevarnos a olvidar lo esencial, lo bueno y lo eterno.

Observemos los frutos obtenidos de aquellos mozos que se llevaron de nuestra gran intercesora María e hicieron lo que Jesús les decía antes de producir el milagro del vino, fue sencillamente una gran alegría.

Es que al beber el vino que Dios nos ofrece, nos encontramos alegres, no queriendo decir con ésto que dicha alegría sea siempre fácil y que esté exenta de dolor y de lágrimas, pero es alegría. Repito, nos puede ocurrir que bebamos este vino de la voluntad de Dios bajo los golpes de las contradicciones y de la amargura, pero se siente alegría porque Dios es siempre alegría.
A nosotros nos basta creer, esperar y amar, y el milagro se realiza siempre.

Como dice Carlo Carretto en su libro Dichosa tú que has creído: “Dios es alegría porque sabe transformar el agua de nuestra pobreza en el vino de la resurrección”.

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