Celebramos hoy en la Iglesia la Fiesta de la Transfiguración del Señor. Igual nosotros, estamos también llamados a esta transfiguración. San Pablo decía, como nos vamos transformando en hombres y mujeres nuevos. Esta transformación no termina sino hasta que, como él mismo lo decía, lleguemos a la altura del varón perfecto que es Cristo. Jesús cambia su aspecto para que podamos ver la gloria que también nos espera a nosotros. Por otro lado, esta fiesta nos recuerda que la única voz autorizada para llevarnos a la felicidad completa es la de Jesús. En medio de un mundo lleno de voces que compiten entre si para tomar nuestra vida y guiarla, esta fiesta nos recuerda que al único que debemos escuchar es al hijo de Dios; que solo siguiendo la voz de la sagrada escritura encontraremos la vida y a la vida en abundancia. Todos los criterios del mundo deben pasar por el prisma de la Sagrada Escritura que les da luz y los purifica.
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