jueves, 7 de julio de 2011

El asombro de la fe (Eucaristia)

Leonor Asilis

Antes de elevarse al cielo, nos dijo que se quedaría con nosotros. El único, Jesús capaz de darnos vida, porque es la vida misma nos dijo que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

En la Eucaristía, sacramento donde se hace presente bajo las especies del pan y el vino, nos alimenta de sí mismo para poder así reciclar nuestra alma.

A pesar de lo difícil que es para los ojos corporales ver este gran milagro, para los ojos de la fé que se afirman en su palabra se convierten en dicha el recibir a nuestro Dios en un humilde pedazo de pan.
En Juan 6, Jesús nos dice: “ Yo soy el pan de la vida, si uno come de este pan, vivirá para siempre”.
Así es. La Eucaristía es el misterio de nuestra fe. Don inestimable. Es el don por excelencia, porque es el don de sí. Por eso, cuando hablamos de la Eucaristía, en lugar de preguntar "Que es la Eucaristía, es más exacto preguntar: «¿Quién es la Eucaristía?».
Aun evoco el impacto que causo en mi (no me imagino lo que le produciría a sus verdaderos destinatarios) cuando leí por primera vez una pagina que marco en cierta forma mi percepción eucarística: la exclamación que le lanzaba a sus feligreses en su tiempo San Agustín a sus feligreses cuando se dirigían a comulgar tal vez con desdén y desanimo: "Es que no se dan cuenta que es al mismo Dios a quien reciben?
Sí, la Eucaristía es Jesucristo mismo, vivo, real, aunque esté presente bajo el velo sacramental del pan y del vino. ¿Acaso nos parecen «duras» sus palabras, difíciles de entender para nuestra mentalidad acostumbrada a comprobarlo todo con los sentidos, con la tecnología, como les parecían difíciles a algunos discípulos en los tiempos de Jesús? Y, sin embargo, Jesús no cambia ni una coma; antes bien, refuerza sus afirmaciones. Pero nosotros estamos con Pedro y con su fe: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (Jn 6, 68). Por eso, para nosotros la Eucaristía es Él mismo, una realidad verdadera. Hoy nos encontramos ante Cristo Eucaristía con el asombro de la fe, de la admiración, del amor.


Y es que Jesús escogió la forma de pan y de vino para significar que quería convertirse en nuestro alimento, en apoyo de nuestra vida y fuente de nuestra existencia eterna.
Esta estupenda realidad debe inspirar y transformar nuestra vida y nuestras comuniones y visitas eucarísticas en encuentros vitales que inspiren nuestro caminar por este mundo.
¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros? Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega “hasta el extremo”, un amor que no conoce medida».
Veneremos, adoraremos, alabemos, agradecezcamos y oremos a Jesucristo presente en medio de nosotros en la Eucaristía, sacramento de Su amor.

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