miércoles, 6 de julio de 2011

UNA PALABRA FUERTE: ANTICRISTO!

LEONOR MARIA ASILIS E.

No me gusta oírla, es más, me asusta. Sin embargo, todavía es peor asumirla. La palabra es: anticristo.

San Agustín, doctor de la Iglesia se refiere sobre ella diciendo que son anticristo los que salen de la Iglesia y se separan de su unidad (herejes, cismáticos..) Dice que quien abandona a la Iglesia, Cómo está en Cristo quien no está en Los miembros de Cristo? Cómo está en Cristo quien no está en el cuerpo de Cristo? De hecho, confirma su aseveración citando las mismas palabras del Señor: “Salieron de nosotros, pero no eran de Los nuestros, porque si hubiesen sido de Los nuestros, hubiesen permanecido con nosotros (1 Jn 2,1-11).

Me atrevo a agregar que es tan importante que estemos unidos en una misma Iglesia, puesto que vemos que la petición que más enfásis le hacía Jesús al Padre era: “Padre, que todos sean uno.”
En la actualidad, vemos con gran alegría los esfuerzos que encabeza el Papa Juan Pablo II por el ecumenismo, y en este año del jubileo hemos observado grandes pasos en esta dirección. Unámosnos, es una tarea de todos, que sólo se logrará con la fuerza del amor que nos viene de Dios, porque Dios es amor.

Sobre este tema del anticristo, dice el sabio San Agustín que hay muchos anticristos dentro de la Iglesia. El peor anticristo es aquél que confiesa a Jesucristo con su boca y lo niega con sus obras.

Repetimos, el término anticristo significa: ser contrario a Cristo.

Por tanto, esmerémonos en que nuestras vidas sean una alabanza continua a Dios, viviendo en unión con El y su iglesia para que juntos le demos gloria en el amor, porque Dios es amor.
Quien abandona la unidad, viola la caridad, y quien viola la caridad, tenga lo que tenga, nada es. Aunque hable las lenguas de los hombres y de Los ángeles, aunque conozca todos los misterios, aunque tenga toda la fe hasta trasplantar montes, aunque distribuya todos sus bienes a Los pobres, aunque entregue su cuerpo a las llamas, si no tiene caridad, nada es y de nada le vale (1 Cor 13,13). Inútilmente posee cuanto posee quien carece de aquella única cosa que hace útil todo lo demás. Abracémonos, pues, a la caridad esforzándonos en guardar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz (Ef 4,3).

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