miércoles, 6 de julio de 2011

Contar las obras

Leonor María Asilis E.

Leyendo un interesante libro de Rainiero Cantalamesa, me encontré con una gran enseñanza. Escribió en una de sus páginas este sacerdote el cual ha tenido el privilegio de dirigir retiros espirituales nada más y nada menos que a su Santidad Juan Pablo II, que muchos dicen que mientras hay vida hay esperanza; sin embargo, todavía es más cierto que sin esperanza, no hay vida. Cuántos no hay vivos físicamente pero muertos en la esperanza, sencillamente porque carecen de fe! Estamos viviendo en un tiempo que el materialismo y el afán por las cosas pasajeras pretenden arroparnos y matar nuestra vida espiritual. Muchos se mueven estrictamente por dinero, sin pensar en el servicio, en hacer el bien.

Gracias a Dios que hay muchos que por el contrario, y siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret, viven para servir.

Me estoy inspirando en una persona que a mis ojos y los de muchos que tuvimos el privilegio de conocer, vivió entre nosotros haciendo el bien: Doña Lucy Ricart de Bonnelly. Desde pequeña, recuerdo su dulzura, sus sanos consejos y su vida entusiasta y emprendedora como miembro de la Asociación de Padres del Instituto Véritas de nuestro curso donde se encontraba su hija, nuestra querida amiga Lourdes Bonnelly, rol que desempeñaba con excelencia junto a su esposo don Rafael Francisco; su entrega total a Dios reflejado desde su prójimo más cercano, su familia, hasta extenderse hacia los más marginados desde su gran apostolado espiritual y social, la Obra de Dios la cual presidía hasta su muerte. Estoy segura que para ella y todos los que han vivido una vida similar, de entrega y de servicio siguiendo el ejemplo de nuestro Señor y Maestro Jesús de Nazaret no significa grandeza ninguna el ser colocado en un panteón especial, sino el perdurar por siempre en nuestros corazones.

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