miércoles, 6 de julio de 2011

Sobre horóscopos y otras prácticas

Leonor María Asilis E.

Según el diccionario de la Lengua Española la palabra: Horóscopo significa la supuesta adivinación de la suerte de las personas en un futuro más o menos próximo según el signo del Zodíaco correspondiente a la fecha que han nacido.

El catecismo de la Iglesia Católica enseña que la consulta a los horóscopos es una forma de adivinación, condenada por el primer mandamiento.

Me encanta un comentario sobre el tema que hace Church Forum sobre el tema: “Los cristianos tenemos un signo: La Santa Cruz. Una vez hemos entregado la vida al Señor no podemos seguir confiando en el signo zodíaco sin ofender a Dios. Pero, podrían decir algunos:

Qué de malo tiene leerlo por curiosidad? Si lo leemos es porque hay algún interés. Sería tonto quien lee algo sabiendo que es puro engaño. Además de dar un mal testimonio, nos roba un tiempo que se le quita a otras cosas de valor, como la oración. Cómo vamos a darle nuestro interés a una práctica que suplanta con mentiras a la providencia divina?”

Paso ahora a otro tipo de práctica todavía mucho más peligrosa, y lamentablemente usada por muchos dominicanos: La Brujería.

Esta práctica usa medios ocultos que no son de Dios para producir efectos más allá de los poderes naturales del hombre.

Es muy mala porque recurre a espíritus malignos e implica un pacto o por lo menos una búsqueda de la intervención de esos espíritus.

Los motivos más frecuentes que inducen a muchos a acercarse a ella son: hacer daño a quien se odia; invocar a los muertos; atraerse la pasión amorosa de alguien; resolver un problema el cual se ha convertido en obsesión y ya no importa por qué medio se resuelve.

El poder de la brujería puede ser real, pero en muchos casos puede ser sugestión de la mente. En ambos casos actúa el demonio, principe de la mentira.

La Biblia condena la brujería y la hechicería, no como falsas o fraudulentas, sino por ser una abominación. Entre algunas citas, pueden revisar: Gálatas 5,20; 13,6; Exodo 20:2-3)

Repito, aunque sea para procurar la salud propia o de otros, estas prácticas son gravemente contrarias a la virtud de la religión; y son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otros, recurran o no a la intervención de los demonios.

Lamentablemente, muchas personas recurren a la brujería en momentos de desesperación, cuando creen que es el último recurso que les queda. En esos momentos vulnerables alguien les ofrece la brujería como solución a sus problemas. Como cristianos, jamás debemos acudir a ningún medio espiritual fuera de Dios.

No olvidemos que hay dos ciudades: La Ciudad de Dios y la del demonio.
Cada uno recurre a los miembros de la suya. A cuál ciudad pertenecemos?

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