miércoles, 6 de julio de 2011

LA PACIENCIA

LA PACIENCIA
Leonor María Asilis E.

En el mundo actual, caracterizado por las prisas conviene que recordemos la gran virtud de la paciencia. Atraída por el tema dirigí mis ojos a un pequeño libro titulado: “El tratado de la paciencia” de Tertuliano, padre apostólico y gran maestro africano de varios siglos atrás que a pesar del tiempo que nos separa guarda muchas enseñanzas que quiero compartir.

Según su análisis basta que nos fijemos cómo nuestro Dios actúa, pues desde el principio del mundo El derrama por igual el rocío de su luz sobre justos y pecadores, soportando a pueblos ingratísimos, adoradores de falsos dioses señalando de forma especial la gran paciencia divina que aguanta constantemente la avaricia, la iniquidad insolente y la lujuria, a tal punto que por esta causa, la mayoría no cree en El porque jamás lo ven castigando al mundo. Continúa diciendo cómo Dios sufrió al encarnarse, y una vez nacido, no se apuró en crecer; y adulto, no buscó ser conocido; más bien vivió en condición despreciable. De rey se hace maestro para enseñar a los hombres cómo se alcanza la salvación, pues conocedor de la paciencia, enseña por ella el perdón de las culpas. “No discute ni reclama; sanó a los ingratos y toleró a los insidiosos. Y si todo esto pudiera parecer poco, todavía aguantó al traidor sin jamás delatarlo. Y al ser entregado, lo condujeron como oveja al sacrificio sin quejarse. La magnitud de tal y tanta paciencia es una excusa para que la gente rehuse la fe; pero para nosotros es precisamente su fundamento, y su razón.

Para terminar, pongo un ejemplo sobre la gran ventaja de la paciencia, sobre todo cuando se trata de ser víctimas de alguna injuria. El hacer uso de la paciencia convierte en inútil e infructuosa la injuria ya que es evidente que el que desea herirnos lo hace para que suframos, pues la ganancia del que hiere se mide por el dolor del herido. Por tanto, si inutilizamos su ganancia no doliéndonos, es él quien deberá sufrir al ver frustrado su deseo.

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